Cómo pasar de un hater en LinkedIn (y no morir en el intento…)

Este post me sale con nocturnidad escribiendo en horas intempestivas. Pero a veces es como mejor fluyen las ideas. Y cuando se reposan los pensamientos. Y en este post concreto necesitan ser reposados…

Vamos allá. Erase una vez un profesional (pudiera ser yo o cualquiera que esté leyendo) que está gestionando su cuenta en LinkedIn y sin darse casi ni cuenta se le aparece un hater delante. ¿Qué hacer, qué decir o no decir, cómo tomarse esta situación? STOP… Vamos a rebobinar, ¿o acaso todo el mundo sabe de qué estamos hablando cuando nos referimos a un hater? Cierto, vamos a empezar de cero. ¿Qué es un «hater»? Pues vamos a la definición de Wikipedia (que no tiene algoritmos y os mostrará la misma definición del término a todos) y nos dice lo siguiente:

La palabra odiador,​ odiante, o hater (que en inglés significa «[alguien] que odia, que aborrece») hace referencia a un término empleado en Internet para denominar a los usuarios de la red que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, a una obra, a un producto o a un concepto determinado, a causas poco racionales o tan solo por el acto de difamar.

Bien, estando ya situados, alguien se preguntará, ¿pero en LinkedIn existen estos personajes? ¿no estamos en un entorno más amigable por el hecho de ser profesional? Eso es lo que pienso en el 99% del tiempo que estoy e interactúo en LinkedIn, la verdad. Pero eso no quita que aparezca ese 1% para recordarme (y seguro que os suena) que algo has dicho o escrito que no ha gustado a alguien. Ah, llegamos al quid de la cuestión que ahora desarrollamos

Parece que no caigo bien a todo el mundo

Esto se aprecia en el mundo más visible de LinkedIn. En las publicaciones y las interacciones que se van produciendo. Sí, caer de la burra de vez en cuando y salir de nuestra zona de confort de parabienes en forma de likes, comentarios y visualizaciones no está de más. Claro, todo en su justa medida y manteniendo el respeto. Y es que cuando publicamos o interaccionamos en esta red nos gusta (y que levante la mano el que no opine esto) que a la gente le atraiga nuestro contenido, que aporte valor, que nos lo reconozcan, etc… Vamos, no ser el del anuncio de DAIKIN (don`t  you remember)

Dicho esto, puedes no estar de acuerdo con algo y manifestarlo, claro que sí. OJO, no por hacer eso eres un hater, faltaría más. Os pongo dos ejemplos de comentarios que sin estar de acuerdo con el fondo de la cuestión de la publicación son dispares. La publicación objeto de dichos comentarios es esta:

Y los susodichos comentarios son, por un lado este:

«Hola Jorge, siento no estar de acuerdo contigo. No es cuestión de asignaturas, es cuestión de 1. Que el alumno venga interesada a clase, y si no viene, tener el poder y herramientas como maestra de motivarle; y 2. Que el sistema educativo dé más facilidad a los maestros y profesores a diseñar sus propios temas.»

Y por el otro este:

«Eso no es cultura general, es historia de España, y se estudia en el instituto, no puedo entender este nivel de ignorancia»

Parece que una persona expone un desacuerdo y lo argumenta con datos y criterios a los que se le pueden contestar. Mientras la otra persona parece que se ha levantado con el pie izquierdo en un viernes como el que se publicó.

En vuestro criterio queda ver cuál de las dos personas está más cerca del haterismo…

He errado, soy humano, ¿tú no?

Otro ejemplo donde las suspicacias de un hater salen al descubierto es en otro lugar, tal vez, no tan visible como son los mensajes o invitaciones. Ese backoffice de LinkedIn y que solo maneja cada uno de nosotros. Eso sí, interaccionando de manera personal con otros profesionales (haters incluidos).

Aquí, la suspicacia del hater está a flor de piel porque le pueden llegar invitaciones o mensajes de sus contactos con temas y cuestiones que le hieren su orgullo profesional.

Pueden ser cuestiones, llamémoslas triviales, como equivocarse en el nombre al que diriges el mensaje. Reconozco que en alguna ocasión se me ha colado un mensaje o invitación que empezaba por «Hola Manuel» e iba dirigido a Ernesto. O pueden ser cuestiones más de calado que no sabíamos. Por ejemplo, estamos haciendo prospección comercial de nuestros servicios, productos, etc… y escribimos a un destinatario no adecuado. El «no adecuado» puede ser percibido así por el destinatario, no tanto por nuestro propio lanzamiento. Pero, ¡ay de nosotros, si ese destinatario es un hater!

Vamos a describir sus reacciones en forma de comentarios sarcásticos:

  • Pero, ¿qué me estás queriendo vender? ¿cómo osas perturbarme, mierdecilla?
  • ¿Te has dado cuenta de quién soy yo y lo que represento?
  • Llevo mucho viviendo de esto que me ofreces y te podría dar clases yo a ti. Y a todo tu equipo de compañeros…

No con estas palabras pero esto sucede también en LinkedIn. Si despiertas a un hater en su buzón de mensajes o panel de invitaciones no se quedará la cosa en un cortés y educado «Muchas gracias por tu mensaje. No veo que me pueda interesar. Seguimos en contacto. Un saludo»

No, qué va. El hater (ojo, envuelto incluso en un áurea de mega profesional supermegafashion) se ensañará contigo, tu producto o lo que sea que le hayas sugerido. Ante este despertar de esta bestia, nos caben dos opciones como en la vida real: entrarle al trapo o pasar del tema. Por el título del post ya podéis intuir por cuál me decanto…

Tengo claro que seguiré interaccionando en LinkedIn y escribiendo a mis contactos. Si de vez en cuando se destapa un hater, respirar tranquilamente y pensar que seguramente tengan días mejores. O tal vez no. Pero ese no es mi problema. Ni lo será…

Aunque dudo que les pueda ser de ayuda, les recomiendo bajar el pistón, pensar un poquito más en lo que escriben y calma, mucha calma. Avasallar no es el camino y el insulto y la falta de respeto no lleva a ningún lado. Esa es mi convicción y la de la gente que trabajamos en LinkedGrowing.

Para todos vosotros (venga, haters animaros…) relajaros entrando en una puerta violeta como nos propone Rozalén. Seguro que os ayuda…

Gracias por estar ahí. Seguimos conectad@s

Pd: este post tienen también parte de culpa mis grandes compañeros Alfonso y Raquel. Ellos ya saben…

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